viernes, 27 de mayo de 2011

Impregnada de ti


Me preguntas por qué constantemente. Pero no tengo respuesta.
Te miro desde mis cansadas pupilas, lejos del brillo juvenil de antaño, y tu imagen se impregna en mí enfermizamente. Sentado en el sofá, a mi lado, intentas acercarte un poco más a la pequeña que conociste hace años, aquella que te hacía soñar con la vida llenándote de esperanza... pero cuanto más lo intentas más te das cuenta, hasta el punto de asumir que tus caricias quedan suspendidas en el aire como la nota final de una gran ópera. Suspiras y decido levantarme mientras me miras entristecido. Te sonrío, pero sabes leer los subtítulos de mi mentira, siempre se te ha dado bien y ciertamente no esperaba que esta vez pasara lo contrario. No puedo evitar pedirte perdón con una mirada casi suplicante, la misma que tú esquivas, y me doy la vuelta para no descubrir las lágrimas que sellan la despedida.

Sabiendo que no hay vuelta atrás salgo por la puerta y busco en el bolsillo las llaves que abren la puerta del destino que acabo de escoger, ahora sé que ya no hay vuelta atrás. Subo al coche y me entrego completamente al camino marcado por la fatalidad, un camino asfaltado, fácil de conducir, un camino que me invita a recorrerlo hasta el final con su canto nocturno. Es entonces cuando me abandono a la voz de las sirenas que, silenciosas, claman mi presencia a su lado.

La carretera se bifurca, el coche va demasiado rápido y no tengo ganas de pensar. Sé qué camino tomar así que no me detengo, lo sigo sin piedad y me adentro en un infierno iluminado por miles de estrellas relucientes que me ciegan con su luz. Sonrío de nuevo, esta vez con los subtítulos que nadie va a leer.

El impacto contra el suelo se hace eterno, y el frío asfalto me produce un dolor insoportable que calma mis heridas más profundas. Oigo el crepitar del fuego y la gente y las sirenas. Supongo que he llegado dónde quería sin entender muy bien lo que acontece, pero no importa, ahora ya no.

El frío incrementa de forma irracional hasta que mi cuerpo deja de sentirlo, deja de sentir el viento, el asfalto, el dolor, la gente, las sirenas...

Mis ojos permanecen abiertos mirando el interior de lo que un día fue mi mundo, aún impregnados de ti.



[[La imagen superior pertenece a Ladykitana y la imagen inferior pertenece a Iguanadongreen, ambos artistas de Deviantart]]