¿Sabéis? Ya me he acostumbrado a protagonizar esas frases en las que estoy distante, extraña, ausente, cínica, diferente, rancia, aburrida, rara, sociópata… Y puedo seguir, las conocéis, las habréis pensado quizá (o alguna de ellas). No os odio. Ni siquiera me he olvidado de vosotros. Me seguís doliendo igual que siempre. Os… amo. Mi problema nunca fue con vosotros, quizá sí conmigo… Pero, sea como sea, necesito estar fuera. No como cuando necesitas tomar el aire, no. Más bien como cuando necesitas vivir lejos, apartada de todo porque has dejado de creer en lo que más te importa (y encima siempre te rodea, inevitablemente).
Aislarse
Y aunque necesite vivir en una burbuja para poder pensar sobre ello, aunque tenga que tapar cada rendija que me comunique con lo existente… debo volver una y otra vez y luchar por ello como si no supiera la verdad. Se lo debo porque es mi razón de vivir. Y no hablo de ninguna persona en particular, sino esa humanidad en cada uno de nosotros. Todos.
Quizá no os haya transmitido nada con estas palabras, o quizá creáis que es algo más grave de lo que parecía y se me ha ido la cabeza finalmente, pero al menos cada vez que volváis a pensar cualquier cosa al verme actuar, hablar, salir huyendo… recordad que llevo una lucha con el odio a lo que amo, con el amor a lo que odio, y la empatía...
Esa asquerosa e increíble humanidad.
Quizá no os haya transmitido nada con estas palabras, o quizá creáis que es algo más grave de lo que parecía y se me ha ido la cabeza finalmente, pero al menos cada vez que volváis a pensar cualquier cosa al verme actuar, hablar, salir huyendo… recordad que llevo una lucha con el odio a lo que amo, con el amor a lo que odio, y la empatía...
(Foto de Andrey Dubinin) |