"Ven... hazme tuya..."
Yo me acercaba a la cama llevado por el deseo, por esa imagen que ahora me atraía con su lujurioso encanto. Me dejé llevar por el hechizo que Selena había desencadenado s
obre mi cuerpo, ahora ya no había vuelta atrás. Suavemente acariciaba su cuerpo mientras su piel de terciopelo se estremecía bajo mis manos, provocando que la deseara cada vez más. Poco a poco, fuimos quitandonos la ropa que ahora sobraba en la escena. Nuestros cuerpos se rozaban entre ellos haciendo que cada vez sintiéramos más y más calor. Un calor que sus labios hacían que olvidara, fundiéndose con los mios en ardientes besos que aspiraban a ser eternos... Esos besos que ahora recorrían ansiosos cada rincón de su cuerpo y hacían que Selena se estremeciera de placer, repitiendo una y otra vez lo loca que la volvían. Ya no podíamos aguantar más, así que le susurré un "¿Estás lista?" en el oído mientras besaba tiernamente su cuello. Nos miramos. Mis ojos se reflejaron en esos preciosos ojos verdes que tanto amaba y ella movió sensualmente sus labios formando la deseada respuesta."Sí ..."
Entonces llevados inocentemente por los besos, inexpertos por el deseo, juntos por el amor, lo hicimos. Empecé a entrar en ella lentamente, por miedo de lastimarla, al tiempo que ella soltaba un pequeño grito mezcla de dolor y placer. Yo le preguntaba una y otra vez si le dolía, si se sentía molesta... Pero ella siempre me respondía que siguiera, que no me preocupara. Así que seguimos. Las horas pasaban lentamente mientras nuestros cuerpos se unían una y otra vez bajo las sábanas. Poco a poco nuestra respiración se incrementaba al ritmo de nuestros cuerpos, acelerando cada vez más y más, haciendo que Selena se retorciera bajo mi cuerpo llevada por el embrujo que esa noche había caído sobre su alma.
Susurros de palabras prohibidas llenaban la habitación, caricias ocultas nos descubrían nuevas puertas hacía el paraíso, besos desenfrenados hablaban por nosotros esa noche en la que los dos yacimos juntos por primera vez.
Como tantas veces habíamos deseado, como tanto habíamos esperado...
Yo seguía adentrándome en aquel paraíso mientras los gemidos de Selena iban transformándose en audibles gritos en los que me repetía una y otra vez que me amaba. Deseaba que nuestros cuerpos se fundieran, que sus labios fueran los míos. Mi lengua iba acariciando sensualmente la suya, bajando luego por su cuello para llegar al fin a sus perfectos pechos de marfil. De pronto, Selena puso sus manos en mis hombros y me tumbó en la cama mientras ella se colocaba encima mío. Me besó tiernamente y volvió a unirse a mí una vez más, pasando así de ser la esclava a ser la dueña de mi cuerpo. Ella se movía sensualmente encima mío como si de una serpiente llena de pasión se tratara mientras me arañaba salvajemente los brazos, el pecho, las mejillas... con sus largas uñas. Todo parecía dar vueltas a nuestro alrededor, ya nada importaba. Solo estábamos ella y yo, movidos por el deseo, en aquella cama, gritando de placer, retorciéndonos sin parar. Yo la deseaba cada vez más y más, deseaba que esa noche no acabara, deseaba que ella se quedara siempre conmigo, deseaba... yo deseaba...
En ese momento su cuerpo se estremeció encima del mío temblando de placer a la vez que un último grito puso fin a aquella inolvidable escena.
Ella cayó sobre mi cuerpo abatida. Yo la abracé y la besé notando su agitada respiración y su corazón latiendo fuertemente dentro de su pecho. Ahora ella estaba apoyada en mi pecho, yo acariciaba su pelo rojo que se enredaba en mis dedos, mientras dos palabras despedían aquella noche, dando la bienvenida a un nuevo día.
"Te amo..."

